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Мовна специфіка літературних творів доби Золотого Віку

De la protagonista de la novela de Cervantes “Gitanilla” Preciosa se dice que es la más hermosa y discreta que pudiera hallarse, no entre los gitanos, sino entre cuantas hermosas y discretas pudiera pregonar la fama... Ni los soles, ni los aires, ni todas las inclemencias del cielo, a quien más que otras gentes están sujetos los gitanos, pudieron deslustrar su rostro ni curtir las manos. La llaman “niña de oro, y niña de plata, y niña de perlas, y niña de carbúnculos, y niña del cielo”. De Constanza, otra heroína cervantina se cuenta que es dura como un mármol, y zahareña como villana de Sayago, y áspera como una ortiga; pero tiene una cara de pascua y un rostro de buen año: en una mejilla tiene el sol, y en la otra la luna; la una es hecha de rosas, y la otra, de claveles, y en entrambas hay azucenas y jazmines.

En la pieza de Lope de Vega “¡Ay, Verdades que en el amor...!” Juan describe a Celia como la bizarra mujer, la ninfa de Madrid, la dulce señora “de ojos bellos que en ellos copió su misma hermosura”, que tiene “dientes como perlas y labios como corales”. De ella dice: “Es mi señora muy linda para que tú la desprecies; muy rica para buscarte, muy noble para quererte”.

Como se conoce los adjetivos en español tienen grados de comparación: el grado comparativo y el grado superlativo. Los adjetivos usados en los grados de comparación siempre dan a los juicios un matiz subjetivo. De ejemplo del uso de los adjetivos en grado comparativo podemos citar tales oraciones: No hay gente más dañosa a la república que ellos. Acordó de buscar otros modos a su parecer más eficaces y bastantes para salir con el cumplimiento de sus ordenes. Llegó a Amberes, ciudad más maravillosa que las que había visto en Italia. Con esta dádiva quedaron más blandos que unas martas. Yo abrazado de la mujer más tibia que ha tenido amor entre los hielos del olvido.

El grado superlativo de adjetivos se expresa a través de adición de “el más” o “la más” o de sufijos -ísimo, -ísima. Por ejemplo: Mozos sois vosotros de la más ruin canalla que sustenta la tierra. Los muchachos, que son la más traviesa generación del mundo... Era el más celoso hombre del mundo. Y en el pajar se enterraba hasta la garganta, diciendo que aquella era la más propia y más segura cama que podían tener hombres de vidrio. Era el hombre más cuerdo del mundo. Vio el árbol preciosísimo. Obra digna del altísimo y profundísimo ingenio. Selo puso en las manos de la devotísima vieja. Daremos luego noticia a esta felicísima y abogada confraternidad. Todas eran damas riquísimas en extremo. Arrimóse un día con grandísimo tiento....todo lo cual era de grandísima satisfacción para el celoso marido. Os hago de saber que tengo grandísima gracia de enseñar. Quedó contentísimo el negro. Son tales que no hacen otro mal ni daño si no es provocarle a sueño pesadísimo. Si me dan cuatro cuartos, les contaré un romance lindísimo en extremo... Se fue contentísimo; hasta los gitanos le quedaron aficionadísimos... Puesto que hermosísima era la doncella.... cosas que ellos tuvieron por merced señaladísima... La vieja sacó tres hogazas blanquísimas de Gandul. Llegaron a la hermosa y bellisima ciudad de Génova. Pesar grandísimo. Respondió espontáneamente con grandísima agudeza de ingenio. Dejó fama en su muerte de prudente y valentísimo soldado.

“más”, además de los casos mencionados más arriba, se usa también conservando su valor evaluativo con otras partes de la oración (sustantivos, verbos): Él atendía más a sus libros que a otros pasatiempos. Más vinos nombró el huesped, y más le dio que pudo tener en sus bodegas el mismo Baco. Callaremos más que si fuésemos mudas. Era la que con más ahínco mostraba desear su entrada. Carrizales duerme más que un muerto. Había dado al mundo más de lo que debía. A todos les respondió con más entendimiento, por ser hombre de vidrio y no de carne.

Muy frecuentemente los nombres adjetivos van acompañados por los intensificador “tan”: Otro día volvería con su manada a dar contento a aquellos tan liberales señores. No somos tan ignorantes. Nunca inventaron mejor genero de música, tan fácil de aprender, tan mañera de tocar, tan sin trastes, clavijas ni cuerdas, y tan sin necesidad de templarse. La cara la tenía tan pequeña, que era imposible de toda imposibilidad caber en ella cuchillada de catorce puntos. Le sobresaltaba un tan gran miedo, que así se le desperetaba y deshacía como hace a la niebla el viento. Vivía en ella la gente tan perniciosa y tan bcontraria a la misma Naturaleza. Fue el viaje tan próspero, que sin recibir algún revés ni contraste llegaron al puerto de Cartagena. Propuso en sí de aconsejar a su compañero no durasen mucho en aquella vida tan perdida y tan mala, tan inquieta y tan libre y disoluta. Le vieron en tan diferente hábito... Viéndose tan falto de dineros se acogió al remedio a que otros muchos perdidos se acogen. Hasta ahora no he sido tan necio ni tan venturoso. No he sido tan necio que diese un poeta malo, ni tan venturoso que haya merecido serlo bueno. Del infinito número de poetas que había, eran tan pocos los buenos, que casi no hacían número. Era tan de mañana, que apenas tuviese la luz lugar de verlas. No se vio monasterio tan cerrado, ni monjas más recogidas, ni manzanas de oro tan guardadas. Se puso unos vestidos tan rotos y remendados que ningún pobre en toda la ciudad los traía tan astrosos. En menos de quince días os sacaría tan diestro en la guitarra que pusiésemos tañer sin vergüenza alguna en cualquier esquina. Con el romance dejó al negro tan contento y satisfecho, que ya no veía la hora de abrir la puerta. Cuando le vio con sus dos muletras, y tan andrajoso, y tan fajada su pierna, quedó admirado. Bebió con tan buen talante de la bota, que les dejó más fuera de sentido que la música. Hablóles también Loaysa, ofreciéndoles a su servicio con tan buenas razones, que ellas echaron de ver que no salían de ingenio de pobre mendigante. Tomó Loaysa la guitarra y cantó aquella noche tan extremadamente, que las acabó de dejar suspensas y atónitas a todas. Hombre soy yo por vida de mi padre, tan sencillo, tan manso y de tan buena condición, y tan obediente, que no haré más de aquello que se me mandare. Luego comenzó a dar el viejo tan grandes ronquidos, que se pudieran oír en la calle. Él es tan bueno que no reparará en juramentos. Aseguróle con otras cosas semejantes que el demonio le puso en la lengua, llenas de colores retóricos, tan demostrativos y eficaces que movieran no sólo el corazón tierno y poco advertido de la simple e incauta Leonora, sino el de un endurecido mármol. Preguntóle qué era lo que era lo que sentía, con tan tiernas y amorosas palabras como si fuera la cosa del mundo que más amaba. Venían sudando con la gota tan gorda, que era una compasión verlos entrar ijadeando y corriendo agua de sus rostros. Y hay de ellos tan comedidos, especialmente estos dos que de aquí se van ahora.

¡Por Dios, tan linda es la gitanilla, que, hecha de plata o de alzorca, no podría ser mejor!, Habrá favor tan bueno que llegue a la oreja del juez..., Tomo licencia para responder a este tan enamorado señor. El novicio dijo que se holgaba mucho de haber sabido tan loables estatutos, y que él pensaba hacer profesión en aquella orden tan puesta en razón y en políticos fundamentos. Son tan diligentes y presurosos, que, a trueco e no perder la jornada, perderán el alma. Vuestra merced tiene un saludable oficio si no fuese tan enemigo de sus candiles. Se contenía tan extraordinaria locura como era de pensar que fuese de vidriose encerrase tan grande entendimiento que respondiese a toda pregunta con propiedad y agudeza. No soy tan frágil que me deje ir con la corrinte del vulgo.Vio a su tierno amante tan lindo y tan despejado ladrón. ¡Soy tan necia! Se enamoró de Andrés tan fuertemente que propuso de decírselo y tomarle por marido si él quisiese... de que quedó tan espantado Andrés y tan absorto, que no pareció sino estatua, sin voz, de piedra dura.... quedar viuda de tan gran ladrón como vos. No soy tan viejo que pueda perder la esperanza de tener hijos que me hereden. Tan mal sabéis mentir.Es tan santa y buena..., ...de tan corto ingenio que no alcance hasta dónde se extienden las fuerzas de la heremosura... Le preguntó como se llamaba y adónde iba, y cómo caminaba tan tarde y tan fuera de camino. Hermosas tiene Madrid que pueden y saben robar los corazones y rendir las almas tan bien y mejor que las más hermosasa gitanas. Cortado y Rincón se dieron tan buena maña en servir a los caminantes, que lo más de camino los llevaban a las ancas. Este tan grande embelesamiento dio lugar a Cortado. Conciencia tan escrupulosa más es de religioso que de soldado....para no perder la ocasión tan buena de viaje... Se hizo tan famoso en la Universidad por su buen ingenio y notable habilidad, que de todo género de gentes era estimado y querido.Detrás de él venía uno que estaba en tan buena opinión como el primero. Daba tan claras señales de su locura...le dio tan larga y profunda herida... Tenía tan feliz memoria que era cosa de espanto. Preguntéle que por qué había dado aquella tan cruel sentencia y hecho tan manifiesta injusticia.Tan pesada carga es la riqueza al que no está usado a tenerla ni sabe usar de ella. Vio a una ventana puesta una doncella, al parecer de edad de trece o catorce años, de tan agradable rostro y tan hermosa, que, sin ser poderoso para defenderse, el buen viejo Carrizales rindió la flaqueza de sus muchos años... Llegó a Sevilla tan lleno de años como de riquezas.

Los sustantivos, igual que adjetivos, pueden usarse con intensificadores. El papel de intensificador lo tienen adverbios “tal” y “tanto” con particularidad que “tal” tiene también la forma de plural “tales” y “tanto” puede tener además la forma femenina “tanta”. Los ejemplos del uso de sustantivos con el “tal” son siguientes: Alzó la mano y le dio un bofetón tal, que le hizo volver de su embelesamiento. La dotó primero en veinte mil ducados, tal estaba abrasado el pecho del celoso viejo....que estos tales hombres, y en tales casos, no han cometido la culpa cuando les viene el arrepentimiento. Si pudiera crecer su amor, fuera creciendo: tal era la honestidad, discreción y belleza de su Preciosa. ¿Qué diablos os trajo por aquí, hombre, a tales horas y tan fuera de camino? Tal la tenía el miedo, que verdaderamente creyó que se ahogaba. Veo ser gran lástima que se pierda una tal voz como la vuestra. Arrebató la guitarra y comenzó a tocar de tal manera, que todas las criadas le oyeron. Tales sones hizó, que dejó admirado al negro y suspenso el rebaño de las mujeres que le escuchaba. También sabéis con cuánta libertad la doté, pues fue tal el dote, que más que tres de su misma calidad se pudieran casar con pinión de ricas.

Para dar ejemplos del empleo del intensificador “tanto” citaré más escritores del Siglo del Oro: ¡No es mentira de tanta consideración! Muero por verme con el señor Monipodio, de quien tantas virtudes se cuentan. En Perú había granjeado tanta hacienda, trayéndola toda en barras de oro y plata. La satisfacción que le había dado Preciosa le parecía ser de tanta fuerza que le obligaba a vivir seguro. Me dio tantos azotes, que me dejó por muerta. Viendo que el traer tanto dinero no era sino para conquistar o comprar su prenda. Pero la hermosura de Preciosa aquel día fue tanta, que ninguna la miraba que no bendecía....le diero tanto que hacer, que a no salir sus compañeros sin duda lo pasara mal. Servía a sus amos con tanta fidelidad, puntualidad y diligencia, que parecía que sólo se ocupaba en servirlos. El daba tantas voces y hacía tales extremos, que movía a los hombres. No sé quién te pueda sacar músico con tanta breveda.

Se observa que “tanto” sirve no sólo para incrementar el significado de nombres sustantivos sino también puede postponer a los verbos: Ilustrábala tanto con su buen entendimiento, que no era menos famoso por él que por ella. Riéronse de esto Chiquiznaje y Maniferro, de lo cual se enojó tanto el Repolido que dijo...

Es muy interesante que el valor evaluativo puede concentrarse aun en los nombres propios de protagonistas: Pipota, Preciosa, La Gananciosa, la Gariharta, Monipodio, Licenciado Rueda, Repolido, Maniferro, Chiquiznaque, la Escalanta, Rinconete, Cortadillo, licenciado Pozo, Clemente, Lobillo, Ganchoso, Licenciado Vidriera, Montesfracón, Asperino, capitán don Fulano, secretario don Tal de don Tales, capitán Valdivia, Carrizales, Gandul.

Existe un grupo de verbos que sirven para expresar el subjetivismo de lo enunciado. Compárense: Este señor parece tan honrado y Este señor es honrado.Dentro de estos se puede nombrar los verbos “parecer”, “pensar”, “opinar”,“creer”, “tener por” y otros. El verbo que resulta más productivo es sin duda alguna “parecer”: No les pareció mal a los dos amigos la relación del asturianillo, ni les descontentó el oficio. Les pareció que la llevaban a sepultura. Le pareció que había acertado a escoger la vida mejor que se le pudo imaginar. Parecióles que miraban a un ángel. El tiempo parece tardío y perezaso a los que en él esperan. Le parecía que se estremecía y ella quedó mortal, pareciéndole que le había cogido en el hurto. Si acaso parezco vieja, corrimientos, trabajos y desabrimientos echan un cero a los años. Y si le parece que es mucho lo que s pide, considere que es much más que se aventura. Sola Leonora callaba, y le miraba, y le iba pareciendo de mejor talle que su velado. La plata de las canas del viejo a los ojos de Leonora parecían cabellos de oro puro. Su demasiada guarda le parecía advertido recato. La patria no me parece de mucha importancia decirla, ni los padres tampoco. Parecían unos angelicos. Vuestras mercedes escuchen un sonetillo que anoche hice, que, a mi pareceer, aunque no vale nada, tiene un no sé que de bonito. La admirable belleza de la ciudad en aquellas peñas parece que tiene las casas engastadas. Sus puentes, parece, que están mirando unas a otras. Nápoles es a su parecer la mejor ciudad de Europa y aun de todo el mundo. De Palermo le pareció bien el asiento y la belleza. No me parece mal remedio ése. Parecióle que su riqueza era infinita, su gobierno prudente, su sitio inexpugnable, su abundancia mucha, sus contornos alegres y toda ella digna de la fama que de su valor por todas las paretes se extiende. De perlas me parece todo eso. Bien parece que no se acuerda de aquel refrán... Vimos arimados a ella dos hombres, al parecer de buen talle. Parece que los gitanos y gitanas solamente nacieron en el mundo para ser ladrones. No le pareció a Andrés legítima esta declaración, sino muy bastarda. Hazme parecido bien. Pues en verdad que no parece vuesa merced del Cielo. Parecía de edad de cuarenta y cinco a cuarenta y seis años. Díjome que era pariente, y novio me pareció, que un pariente menos siente.

Otro verbo de este grupo que también se empleaen las obras analizadas muchas veces es “tener por”: Eran cosas que ellos tuvieron por merced señaladísima... Los vestidos fueron tantos y tan ricos, que los padres de la desposada se tuvieron por más que dichosos en haber acertado con tan buen yerno.

Es interesante que el mismo verbo “tener” usado con otra preposición, es decir, con la preposición “en” adquiere el sentido de “estimar, apreciar”: Y vámonos, abuela, que aquí nos tienen en poco.

Examinemos también los ejemplos del empleo del verbo “creer": No creo que haya otra, hijo. De los maestros de escuela creía que eran dichosos, pues trataban siempre con ángeles, y que fueran dichosísimos si los angelitos no fueran mocosos. De los pasteleros creía que había muchos años que jugaban a la dobladilla. De los titiriteros creía mil males: decía que eran gente vagabunda y que trataba con independencia de las cosas divinas.

A menudo se usa también ei sinónimo de este verbo “pensar”: Pienso que Celia es un gran casamiento, porque es muy rica y hermosa y de claro entendimiento. Agora pienso que Celia te adora. Por dicha piensan los señores que en Saboya merezco sus favores.

Otro verbo con el mismo significado es “opinar”: Opino que porque quien a muchas quiere a nadie puede querer. Opino que el Amor pisa las estampas de los celos. Opino que la Naturaleza es hermosa por ser varia.

A este grupo de verbos se puede atribuir también la expresión “cobrar fama”: Tú cobras fama de la mejor romancera del mundo. Por fin llegó a la ciudad que cobraba fama de la capital de pícaros sucios y gordos, vistosos oracioneros, esportilleros y mandilejos de la hampa.

En cuanto a nivel sintáctico se puede decir que, analizado el léxico de las obras del Siglo del Oro, se observa que el subjetivismo muy frecuentamente se expresa en las oraciones exclamativas: ¡Ahora sí es la risica!¡Ay, que bien haya esa gracia! ¡Ay, qué copete que tiene tan lindo y rizado! ¡Ay, qué blancura de dientes! ¡Mal año para piñones mondados que más blancos ni más lindos sean! ¡Ay, que ojos tan grandes y tan rasgados! ¡Y por el siglo mi madre que son verdes, que no parecen sino que son de esmeraldas!¡Extraño y triste espectáculo para losa padres, que a su querida hija y su amado yerno miraban! ¡Mal haya yo si más quiero que jures, pues con sólo lo jurado podías entrar en la misma sima de Cabra! ¡Notable error! ¡Gran ruido! ¡Todo el mundo no es bastante! ¡Qué dicha tendré si es ella! ¡Extraña gente! ¡Lástima me da! ¡Lástima es que esta mozuela sea gitana!

DAMA1: ¡Oh, qué gracioso entremés!

DAMA2: ¡Qué bien Amarilis habla!

DAMA1: ¡Qué bien se viste y se toca!


MARTÍN: (Aparte a JUAN.) ¡Buen mozo!

JUAN: (Aparte a MARTÍN.) ¡Buen talle!

INÉS: (Aparte a CELIA.) ¡Bravas plumas!

CELIA: (Aparte a INÉS.) ¡Bizarría tiene el belicoso traje!


MÚSICO1: ¿ Qué guitarra habéis traído?

MÚSICO2: La sonora portuguesa.

MÚSICO1: ¡Buenas voces!

MÚSICO2: ¡Extremadas!

Gran número de las oraciones exclamativas evaluativas se empiezan con la conjunción “que”: ¡Oué liviandad! ¡Qué traición! ¡Qué soldado tan galán! ¡Qué libertad tan grosera! ¡Oh qué donaire tan grande!¡Qué bien tocada venís! ¡Qué amor tan necio y cansado! ¡Qué descompuesta porfía! ¡Qué humildad! ¡Qué presto tras ellos viene! ¡Qué discreto fuego tiene para abrasar necios hielos! ¡Qué mal hace quien se atreve a dar por amor desdén, porque no es hombre de bien quien no paga lo que debe!¡Ay, Martín, qué necio he sido! ¡Qué desgraciado y perdido!

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